Córdoba, 2000. En 2018, tras haber obtenido matrícula de honor en Bachillerato, se desplaza a Madrid para satisfacer su vocación cinematográfica. En 2022 se gradúa por la Universidad Carlos III de Madrid en Comunicación Audiovisual (Bilingüe), con Formación Complementaria en el Grado en Humanidades. Además, obtuvo una beca Erasmus+ para cursar el Grado “Lettres, Arts, Cinéma” en la Universidad de París. Algunas de las empresas en las que ha trabajado incluyen HBO Max, Pokeepsie Films, Gamera Studios y Mirrow Films. Actualmente trabaja en Santa Ana Films, además de ser socio fundador de su propia productora, Almenara Films. Este historial laboral le ha dotado de experiencia técnica en ficción y publicidad, principalmente en los departamentos de arte, producción y dirección.

ALMENARA FILMS

Almenara Films se sustenta sobre una voluntad de devolver al arte cinematográfico un espacio accesible y central incluso en medio de las veloces incertidumbres que el constante refinamiento tecnológico arroja en la condición actual del cine y el audiovisual. Además de ser la productora personal de Perico Vidal, también producimos proyectos de cineastas externos que soliciten nuestros servicios, como César Martín (Fit In That Dress, 2023). Elaboramos calendarios de preproducción y propuestas de distribución basadas en la adaptación personal de cada proyecto y sus características profesionales.



MI COMPROMISO

A lo largo de mi vida cinematográfica he aprendido a amar las imágenes porque son justas y no porque son bellas. O más bien: imágenes que son justas y por ello, bellas. Se trata de una cuestión de formas, sin duda, pero existe una gravitación moral de los procedimientos, y es ahí donde se juega, cifrada, toda la verdad en el cine.

En general, desconfío de la imagen que alcanza la belleza sin mayor propósito que el de perseguirla. Las películas abrumadas por la necesidad de seducir nacen agotadas y renuncian a dar cabida a toda heterogeneidad, a toda aquella disyunción, división, fisión que anida en el centro mismo de la renovación formal cinematográfica. La imagen nunca debe ser plana, y cuando lo es, supone una falta de respeto al espectador, un menosprecio que desestima su inteligencia. Toda relación de un cineasta hacia su material o de un espectador frente a una película se basa en desagregar lo que ve en sus componentes, de ir en contra del carácter asertivo con el que se impone toda imagen y encontrar sus puntos de sutura. Todo consiste en escuchar el modo en el que el cine habla del mundo, pero sin que las películas hablen de manera directa. Hay que hacerlas hablar, desmontarlas, eliminar toda reconciliación existente en la imagen. Mostrar no es exponer inopinadamente aquello que la cámara ha registrado; dentro del cine, si un gesto permite ver es, justamente, porque obliga a ver. Ver una película es volver a ver algo ya visto por otro. Por lo tanto, el cine es un arte del presente no porque transparente el mundo sino porque con cada visionado, actualiza una mirada.

Mi compromiso con el espectador es hacerme responsable del recorte que inscribe mi mirada en las imágenes. Una mirada que enuncio en presente, decidida a reducir la distancia entre el espectador y el cineasta, porque cada individuo puede hacer cine solo con verlo si las imágenes no son mostradas únicamente para ser percibidas, si no para interrogar e interpelar a quien las mira. Las películas son herramientas con la que espectadores y cineastas, que en mi opinión tan a menudo son la misma cosa, podemos interrogar al mundo, ser sus cartógrafos y más apasionados sismógrafos, captando los acontecimientos en el momento presente y dándoles una notación soñada en nuestra mirada. Este país que perfilamos permanentemente con nuestras herramientas cartográficas es uno joven en el que reside el más primordial arrullo del tiempo. Es uno que no tiene aduanas ni nos requerirá nunca el pasaporte, y en el que sin embargo podemos vivir todos. Es un país que no existe en los mapas y al que llamamos cine.